viernes, 8 de octubre de 2010

Me sonríes y te comes mis labios, abro mis muslos y me siento en tu sorpresa, cierro tus párpados con los míos para que no veamos terminar estas horas fugaces. Y los primeros rayos impregnan las copas que bebimos ayer, sin agotar el deseo, ese licor traicionero, dueño y señor de nuestras voluntades.

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