lunes, 13 de septiembre de 2010

Entraste a mi vida robando espacio, robándome caricias, robándome besos. Te amé no una, te amé mil veces, acabé adicta, con una resaca después de tus abrazos, la aspirina para el dolor de cabeza resultó siendo un beso, un beso que más parecía la recaída. Y convalesciente, te recibí en mis brazos. Te recibí temblando, con los ojos entreabiertos y las mejillas rojas, te abracé en la oscuridad, tratando de no llorar, sintiendo como mis ojos vidriosos se resistían a derramar lágrimas, no lloré, no voy a llorar, por vos no.

¿Sos algo?
Fuiste la cura inmediata, casi mágica,
para mi nostalgia incorregible.

No hay comentarios:

Publicar un comentario